Discutir “lo negro” en Argentina siempre ha constituido un desafío. No sólo porque en el país todavía se supone que no hay afrodescendientes (ya que éstos habrían “desparecido”) sino, sobre todo, porque la “negritud” misma es una categoría escurridiza, contradictoria y profundamente polisémica, tanto como lo es su contraparte, la “blanquitud”. Si a esta dificultad le sumamos el análisis de las imágenes, cuya complejidad específica abordaremos sintéticamente en los siguientes párrafos y pondremos en juego en este número de la Sección Debate, el desafío es aún mayor y más necesario de enfrentar.